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Salud
PSICOLOGÍA
La personalidad - 2ª parte
Los tres ejes y desarrollo de la personalidad
La formación de una personalidad moral
l proceso educativo puede considerarse como parte de un desarrollo pleno de la personalidad ética de los educandos. Todo conjunto de habilidades y conocimientos configuran una estructura de personalidad que incidirá en el modo de percibir y asumir la dimensión ética de la vida.
La construcción de una personalidad ética sólida incluye al menos tres niveles diferenciados, que deben interactuar de modo permanente e integrado.
Estos niveles son:
“El desarrollo de un fuerte sentido de vida”. Esto implica la capacidad de dar respuesta personal y autónoma a la pregunta fundamental de la vida, según sea el marco socio-cultural y familiar de cada persona.
El desarrollo de un “proyecto de vida” concreto y realizable. La construcción de un proyecto de vida supone el intento consciente y deliberado de procurar la mayor coherencia personal posible.
El desarrollo de un “estructura ética personal”, capaz de viabilizar y sostener los contenidos éticos de la propia vida.
Cada uno de los tres niveles necesita de sus procesos específicos. No obstante, es indudable que el desarrollo de cualquiera de ellos exige e implica a los otros dos, y es de suma importancia que se den en una interacción equilibrada y sostenida.
Desarrollo de una “estructura ética personal”
La estructuración ética de la persona implica el desarrollo de una serie de contenidos que deberán ser definidos por la propia persona. No se trata solamente de que la persona sea capaz de definir los contenidos, sino de que lo haga conscientemente.
Para hacer esta estructuración posible será imprescindible establecer una serie de estrategias pedagógicas.
Podemos esquematizar los elementos integrantes del proceso de formación de la estructura ética de la persona en torno a tres ejes fundamentales:
Formación para la configuración de referentes éticos.
Al ser humano le resulta imprescindible saber lo que objetivamente es
“bueno” y lo que es “malo”.
De no ser posible esta certeza ética, la persona quedará con incapacidad
para tomar resoluciones responsablemente. Y le resultará imposible el
desarrollo de un proyecto de vida real.
Al hablar de la configuración de “referentes éticos”, hablamos de hacer
posible para el sujeto un marco de referencia de la objetividad ética.
En este proceso podemos apuntar algunas líneas de trabajo para el desarrollo del sujeto ético.
Aprender a clarificar lo que “cree”, lo que “siente”, lo que “puede”. Así, se evitara n gran medida la confusión entre deber y sentimiento.
Aprender a no auto justificarse.El ser humano necesita buscarle una justificación a sus actos, tanto ante sí mismo como ante los demás
Aprender a buscar la verdad.
Aprender a discernir entre las diferentes guías de valor en una sociedad plural.
Formación para el discernimiento.
Para que el juicio ético pueda realizarse, la persona, además de tener claros los contenidos objetivos de referencia, necesita del desarrollo de habilidades que e permitan llegar a una certeza sobre cuál es el mayor bien posible “aquí y ahora”. Además será necesario capacitar a la persona para que le sea posible:
Ubicar con claridad la situación ética planeada. Así, previo a la realización del juicio ético, la persona necesita poder clarificar exactamente que es lo que debe juzgar y ello necesita de aprendizaje practico.
Establecer los principios, criterios y valores morales en juego. La persona necesita establecer el marco concreto de principios, criterios y valores morales que necesita para resolver ese conflicto.
Establecer las circunstancias que condicionan. Es necesario que la persona pueda desentrañar aquellos elementos que influyen de manera importante en la situación.
Formación para la autenticidad
Llegar a ser autentico no es el resultado de un proceso espontáneo, sino que necesita, por parte del sujeto, de una decisión sostenida en el tiempo.
La autenticidad sólo es posible en personas libres, pero la libertad humana es condicionada. La cuestión ética no radica, pues, en pretender una libertad sin condicionamientos, que no es posible, sino en buscar una libertad capaz de ir superando progresivamente los condicionamientos indebidos.
Los condicionamientos “indebidos” son aquellos que influyen limitando arbitrariamente su horizonte de libertad.
Teorías de la personalidad
La tarea principal de una teoría de la personalidad radica en establecer aquellas consistencias de la conducta que no están determinadas por variables contextuales. Cada teoría de la personalidad, entonces, propone sus propias listas de rasgos e interrelaciones supuestas entre las características; Estas son las dimensiones o factores de personalidad que pueden usarse para clasificar las conductas interpersonales más estables de un individuo. Estas dimensiones de la personalidad junto con las variables contextuales sirven para explicar la variabilidad de la conducta.